Mirando en perspectiva: Impresiones, experiencias y mensajes de estudiantes egresados de la Sede Victoria de la Universidad Arturo Prat

A modo especial, quisimos realizar este reportaje sobre todos aquellos jóvenes que llegaron al final de sus estudios universitarios, simbolizados en los testimonios de tres estudiantes de la carrera de Kinesiología, quienes fueron entrevistados justo después de ser aprobados en sus exámenes de título.
Cansancio, alivio, satisfacción y esperanza en el futuro, son algunas de las sensaciones que suelen experimentar quienes culminan de forma positiva sus carreras tras el visto bueno de la comisión evaluadora, ya sea después de su examen de título o de la defensa de una larga y compleja tesis, las emociones tienden a ser las mismas.
El final de un largo recorrido, iniciado con confianza y quizás con más de algún temor o nerviosismo al imaginar los años venideros, es un hecho que deja huella en cada uno de nosotros, marcando un antes y un después en nuestra formación, hecho que bien saben los estudiantes titulados de la Sede Victoria, que tras años de esfuerzo y dedicación, ya pueden ser llamados por los títulos de sus profesiones: abogados, enfermeros, psicólogos, técnicos de nivel superior en agropecuario, o como en este caso, los ahora tres kinesiólogos Norca Coñuel, Ivonne Elorza y Gonzalo Reyes, quienes nos abrieron la puerta para contarnos sobre sus experiencias, tan sólo minutos después de haber sido aprobados en sus exámenes de título.
Para Norca Coñuel, el proceso de rendición del examen fue complicado, “porque uno tiene que, de todo lo aprendido durante todos los años de la carrera, demostrar lo que es para ser kinesiólogo, probar lo aprendido y todas las técnicas que vas adquiriendo de los profesores en todos estos años”, opinión similar a la de Ivonne Elorza, para quien resultó estresante el hecho de “no saber qué patología a uno le podía tocar; si bien en octubre elegimos el tema, que podía ser neuro-músculo esquelético o respiratorio, el hecho de tener la patología es complejo porque, por ejemplo, neurología en sí abarca mucho”, señaló la ahora profesional.
“El último año de la carrera de Kinesiología es bastante intenso y agotador. El tema de los internados, las distancias que uno tiene que recorrer; al mismo tiempo está la defensa de tesis y casi al mes después es el examen de título. Es un período bastante agotador”, comentó Gonzalo Reyes, sumado a “el mismo tema de la tesis. Cuesta juntarse con un compañero, son menos las ocasiones que hay para reunirse y avanzar en nuestra tesis, pese a que hoy en día están todas las tecnologías que lo permiten, ya sea por internet, llamados telefónicos o qué sé yo, un sinfín de medios. Es dificultoso”, aseguró.
Habiendo cumplido, los kinesiólogos aprovechan de mirar hacia atrás, sacando cuentas alegres de su paso por la Sede Victoria. “Lo que siempre rescato de esta universidad es la disponibilidad de los profesores, su cercanía y que, si andaba un poco perdida, ellos fueron capaces de guiarnos en el camino”, nos dijo Norca, hecho que respalda Ivonne, para quien hubo “mucha afianza con compañeros de otras carreras, como Derecho, Psicología, Enfermería; todos muy cordiales con los demás, con los tíos del aseo, con los profesores. El hecho de poder preguntarle al profesor, ya fuera en persona, por teléfono o vía correo y que hubiese una respuesta casi inmediata, era muy bueno”, algo con lo que también concuerda Gonzalo, ya que “el hablar con el jefe de carrera es real y accesible, no hay que enviar un correo ni agendar una hora y esperar dos semanas para que lo tomen en cuenta a uno, como me pasó en alguna otra universidad, que son más grandes”.
Como en toda etapa de la vida, también existieron complicaciones y momentos difíciles. Así lo recuerda Ivonne, que “si bien yo gracias a Dios tuve becas y la ayuda de mi familia, en realidad sin ellos no hubiese podido soportar tantos años acá en Victoria, porque soy de la Octava Región, de Cañete. El primer y segundo internado los hice en Iquique, estuve cuatro meses y medio; luego en Lebu, y el último internado en Cañete. En eso la universidad fue accesible, como yo cedí estar cuatro meses y medio en Iquique, ellos permitieron que estuviera dos meses cerca de mi casa, por el tema económico y los gastos que eso conlleva”.
Llegando al final, los ahora kinesiólogos, no quisieron irse sin antes dejar algunos mensajes a las generaciones futuras, tanto a quienes recién terminaron su primer año, como a aquellos que todavía se encuentran en enseñanza media, indecisos frente a su futuro educacional. “La Unap es cercana, con profesores dispuestos a enseñar y a que tú aprendas. La cercanía acá los diferencia mucho de otras universidades de las que tengo conocimiento por amigos, que es muy distinto. Es lo que más rescato, la cercanía y lo familiar que es esta universidad” destacó Norca Coñuel.
Para Ivonne Elorza, fue una “bonita experiencia, y el hecho que hayan internados clínicos en Iquique y que se dé la posibilidad de emigrar, que hayan campos clínicos en Chiloé para ver distintas patologías y que te puedas relacionar con muchas personas, te ayuda mucho, y eso beneficia a las personas”, al igual que Gonzalo Reyes, para quien “la Unap tiene carreras que son bastante buenas, presenta un tremendo apoyo a los estudiantes de la región, también es más accesible llegar acá, el tema de los costos que es menor al de otras universidades”.
Ahora los estudiantes, convertidos en profesionales, seguirán la senda de muchos otros que se formaron en las aulas de la Sede Victoria, a quienes les deseamos la mejor de las suertes en su futuro y que esperamos pongan en práctica todo lo aprendido y vivido en la Universidad Arturo Prat como buenos representantes de su casa de estudios, como Unapinos, cerrando estas palabras con la última frase dicha por Gonzalo Reyes: “la Unap te entrega las herramientas”.
Por Cinthia Muñoz Agüero
Source: www.elperiodico.cl